
Hasta qué punto uno debe hacerle caso a las necesidades del cuerpo, ¿debemos acostumbrarlo a satisfacerlo siempre que nos pida algo: un sabor, un olor o una sensación? Quizás lo preferible sea, siempre que se pueda, obedecer al cuerpo y todos sus instintos o, como otros suelen decir, negarlo y castigarlo para que poco a poco nos alejemos de lo material.
Una comida sabrosa o mejor, una simple y deliciosa fruta, el litchi(para los que han tenido la suerte de probarlo); un embriagante olor, aroma a flores o el café caliente (para los que tienen la mala suerte de no poder tomarlo y se deben conformar con olerlo); mirar un bello cuadro o escuchar una excelente sinfonía (aunque quizás sea peticiones del alma) o, sencillamente encerrarte en tu habitación y masturbarte. ¿Qué es más sublime, ir con el cuerpo o en contra?
Escucho varias teorías, a favor y en contra, todas parecen tener buenos argumentos. ¿A qué le debo hacer caso? Sé que el espíritu es más importante, pero eso quiere decir detestar mi cuerpo. No lo sé. Eso del camino medio es algo ambiguo, lo entiendo y lo practico, pero sé que muchos no lo ven como yo.
En mi experiencia algo me ayuda a entender, mientras más niego el cuerpo creo que mi espíritu me llena más y más, me aleja de lo material y me hace volar hasta lo más divino. Cuando el cuerpo es el que me domina, el mundo me atrapa y me contamina, tanto que contagia a mi alma volviéndola cada vez más material, es terrible.
No soy vegetariana de nacimiento, pero desde que lo soy una teoría llegó a mí como si se tratara de una revelación: los hombres a lo largo de la historia, comiendo carne desde siempre, fueron hundiéndose en lo más profundo de su naturaleza de bestia, la carne los atrapó; ahora me siento más ligera y siento como si mi alma quisiera dejarme y acercarse nuevamente a Dios.