
Algunas veces despertar no significa eso, dejar de dormir, sino todo lo contrario, seguir durmiendo, a mi me pasa eso, siempre o casi siempre; lamentablemente el sueño que tengo al despertar me lleva a un mundo más tosco y desagradable, donde nada puede cambiar por solo los deseos del corazón: quiero más paz y armonía, más belleza y amor, y más gente diferente, pues todos o casi todos somos iguales, quiero más gente de otros mundos.
Trabajo en una tienda de arte que abrí hace casi dos años junto a dos amigas, vendemos originales (casi todos nuestros), copias y otros artículos (en su mayoría por pedidos); aunque no puedo quejarme, me va bien. El trabajo en la tienda es siempre distinto y por eso no me resulta aburrido, la gente que entra es de toda clase social, instrucción y de gustos tan diversos que, a pesar del tiempo que llevo, nunca deja de sorprenderme.
Creo que muchos tienen miedo a entrar en la tienda, sé que no hay costumbre de comprar arte y que suele resultar caro, por eso no se atreven a entrar, porque el precio suele parecer alto, pero no es así, es solo que deben saber que cuando comprar una obra, no solo se compran el objeto, también compran al artista y toda su intimidad; de cualquier forma, a mí no me disgusta que entren a ver, no me gusta hacer que los clientes se sientan obligados a comprar, porque sé que el arte no es solo para los que pueden comprar es para todos (cada uno a su manera).
Hoy Lunes, como todos los Lunes, no entró mucha gente, aunque no por eso se trata de un día aburrido, tengo tiempo para leer y de navegar en la web. Como a las 3 ó 4, una pareja de adolescentes entró, de 16 ó de 17 años, que, supongo, se les dificultó salir ayer, día de los enamorados. Observaban los cuadros detenidamente y dialogaban sobre cada uno, yo simplemente los seguía con la vista sin intención de molestar, hasta que me dijeron: “disculpe señorita, ¿cuánto está este cuadro?” y… (¡Oh por Dios era el mío!)… al decirles el precio sabía que no lo iban a comprar, pero igual les dije: “cuesta xxx”. El chico miró a ella y sin que yo llegara a entender, empezaron a reír, yo simplemente callé.
Luego el chico, aún con la sonrisa en la cara, para mi sorpresa, dijo: “está bien, por favor envuélvalo”. Cada vez se me hacía más costumbre, con el dolor de mi alma, desprenderme de mis obras, pero eso sí, me gustaba conocer bien a los compradores, así que interrogué a los chicos: “¿por qué eliges esa y no las otras?”, eso no me importaba e imaginé que la pareja iba a molestarse, sin embargo, me contestaron muy cordialmente una respuesta corta que me alegró: “es muy bella, nos gusta mucho”. Así que decidí vendérselas y aprovechar conversar con ellos un rato.
Mario y Carmen, ambos querían dedicarse al arte, cada uno a su estilo, uno quería ingresar al conservatorio de música y ella quería ser diseñadora de modas; a él le gustaba tocar el saxo y el violín, y ella solo usaba ropa hecha por ella, menos los calzones. Intercambiamos correos y nos despedimos.
Estos chicos me alegraron el día y subí el volumen a la música. El resto del día hice otro par de ventas más mientras danzaba al ritmo del jazz y funk hasta las 6 de la tarde cuando tuve que ir a casa. Allí, sola en mi cuarto, escuchando algo de Vivaldi y Händel, hice mis últimas cosas hasta escribir esto, para dentro un rato, echarme a dormir.
1 comentario:
o.o!! a veces las cosas son muy sorprendentes tienes suerte de tener un trabajo q te permite ver a las personas desde una perspectiva diferente el arte en todas sus variantes nos permite conocer el tipo de persona q en verdad es cada uno tomame de ejemplo me gusta el metal y el rock xq? sencillo no e tenido una vida sencilla nunca y me gusta musica fuerte con la q pueda liberar toda la tension ademas de que soy muy volatil y de caracter fuerte n_n ostias esa pareja realmente debe haber sido muy interesante
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